domingo, 15 de abril de 2007

Mojados

Por fin entramos en calor, a gusto, relajados, juntos en la bañera con el agua caliente, sales y nuestras manos acariciándonos.

El día comenzó casualmente viendo pasar un tranvía de madera a nuestro lado.

- ¿Donde va? –
- A Soller –
- ¿Vamos?
- ¡Vale!

Lloviznaba, y disfrutamos de ese viaje charlando de las mil cosas que nos apetecía charlar.



Cuando llegamos a Soller el diluvio apareció, un río se desbordó carreteras cortadas, sin tranvía y sin autobuses de vuelta anduvimos por todo el pueblo en busca de un taxi. Al principio con cuidado para no mojarnos o mojarnos lo menos posible, pero al final y con el chaparrón que nos estaba cayendo, nos acabamos “integrando con el medio”. No haría mas de 15 o 16 grados, y sin embargo ya no nos importaba mojarnos, estábamos completamente empapados, ya no esquivábamos los charcos, yo saltaba en ellos al mas puro estilo Geene Kelly.

Encontramos un taxi y casi tiritando llegamos a casa directos al baño los dos, agua caliente... ¡¡¡por fin!!!

Nos fundimos en un baño caliente, abrazados, mimándonos…

Ricci recibió la llamada, un “amigo” suyo, ¡Me encantan esas situaciones!

La lleve de la mano al sillón de su cuarto de baño, la senté, y con la toalla secaba con cuidado el interior de sus muslos, su sexo…

Ella sabia lo que me proponía, y sabia que lo último que buscaba era que acabara su conversación, así que siguió hablando con el.

Me arrodillé ante ella, y comencé a besar sus muslos, cada vez me acercaba mas, mas y mas, lentamente, pero con un objetivo que ambos conocíamos perfectamente.

Ricci se acomodaba, abría sus piernas, me ofrecía su sexo para que pudiera llegar a el con la mayor comodidad, y así lo hice.

No quise entretenerme, no quise juguetear en sus labios, no quise jugar con mi lengua alrededor de su clítoris. Metí mi lengua dentro de ella y comencé a arrastrarla húmeda y calida hasta presionar con la suficiente fuerza y con la suficiente suavidad para que en su conversación se dejara entrever un suspiro, un indicio de gemido… ese era mi deseo…

Tenia su mirada picara, su mirada viciosa dibujada en su rostro, esa que me excita, esa que me vuelve aún mas travieso. Continué lamiéndola, mi lengua jugaba con su clítoris de arriba abajo, de un lado a otro. Oía como mantenía a duras penas su conversación, se retiraba en ocasiones el teléfono para poder dejar escapar un gemido algo mas libre que los anteriores, y luego intentaba continuar su conversación mientras sus caderas bailaban en mis labios.

Mirándola a los ojos moje un dedo en mi boca. Lo introduje con suavidad, sabiendo como le gusta que vaya acariciando cada centímetro que recorre y como disfruta cuando al llegar al final lo arrastro hacia fuera. Mi dedo la violaba lentamente mientras mi lengua cada vez lamía de manera más convulsiva, sus esbozos de gemidos, cada vez eran menos esbozos y mas suspiros.

Disfrutábamos de su incapacidad para soltarse, de su obligación de mantener la compostura, de su vicio contenido, de su deseo queriendo explotar. Acompañaba con sus caderas mi dedo lascivo dentro de ella de tal manera que a veces dudaba si era yo quien se lo metía, o era ella quien empujaba para que llegara mas dentro. Mis labios y mi lengua se volvían locos cuando notaban su respiración entrecortarse, buscaba que fuera incapaz de hablar del placer.

Cuando no pudo más, despidió a su amigo, y comenzó a gemir con libertad, dándose ya entera, entregándose como antes no habia podido, como antes le excitaba tanto no poder, dando rienda libre a su deseo, abandonándose por completo al placer, a ese placer pleno tan deseado momentos antes.

Ya no era momento de seguir lamiendo, nuestros sexos se encontraban excitadísimos, el suyo abierto pidiendo mas y el mío duro, pulsando, queriendo sentir su calor y su abrazo intimo. Arrodillada en su sillón mi polla resbalo entre sus fluidos hasta llegar a lo mas profundo, por fin gemíamos libremente, nos empujabamos, nos arqueabamos, disfrutaba de cada centímetro que entraba, sacaba mi polla casi entera, para poder embestirla de nuevo. Ambos tan excitados que en ocasiones descompasábamos nuestros movimientos, yo mis embestidas y ella los empujones de su culito hacia mi.

Cuando quedamos exhaustos, cogí mi pareo con intención de retratar la belleza de rizos dorados que tanto placer y cariño me estaba ofreciendo este fin de semana y fue ahí, cuando como en otras muchas ocasiones Ricci volvió a sorprenderme, parecía nacida para la cámara inventando nuevas formas, poses, contrastes…

1 comentario:

DUKE_M dijo...

Que Ricci es un amor de mujer... con todas sus variantes, lo tengo más que claro.

Que teníais este encuentro pendiente... mucho más... pero golfillos.. cuando me llamasteis... estaba SIN COBERTURAAAAAAAAAA.. buaaaaaaa.. jajajajaja.. con lo que me gustan a mí esos momentos....

Me alegro que disfrutarais.. y lo que os queda... que siempre he tenido claro que juntaba a gente de verdad.

Un abrazo para ambos.

DUKE_M