domingo, 16 de noviembre de 2008

UN POLVO


- Come!!! – Me dijo sin dejar tiempo si quiera a que la besara.

Inmediatamente hundí mi cabeza entre sus muslos. Aunque quería tomarme mi tiempo no pude, no fui capaz de comenzar a excitarla lentamente, no tuve más remedio que comenzar a devorarlo, sabía y olía como a mi me gusta. Estaba excitada, tanto que mi gusto y mi olfato lo agradecieron hundiéndose aún más en ella para no perderse ni una sóla sensación.

Cogió mi polla y empezó a acariciarla lentamente, sabe que me vuelve loco sentir como la recorre con suavidad, sentir sus dedos revoloteando y poniéndola dura como una piedra. En seguida abandonó las caricias lentas y suaves para cogerla con más fuerza de arriba abajo y presionando el capullo de manera que hacía que se lo devorara frenéticamente

En otras ocasiones me gusta tomarme mi tiempo, excitar lentamente, jugar con mi lengua e ir excitando más pausadamente antes de soltarme. Pero sentirla tan viciosa, tan deseosa de sexo me estaba volviendo loco, lo suficiente como para no perder tiempo, y entregarme a lo que los dos deseábamos, SEXO. Mi mano inmediatamente abrió su culito, mi dedo jugaba en él, sólo la puntita, pero lo suficiente para ver como cada vez que jugaba aumentaban sus gemidos. En seguida, con la otra mano, empecé a meterle los dedos en el coño completamente empapado. También respondía con el movimiento de sus caderas, notaba como la excitación en ella crecía rápidamente, tanto como en mí, sintiendo como aceleraba el movimiento de su mano en mi polla.

Enseguida empezó a revolverse estallando en un orgasmo brutal, se retorcía, buscaba separarme, hacerme parar, que dejara de lamerla, que la sacara los dedos, pero yo me rebelaba e intentaba continuar. Cuando parecía que iba a parar lamía de nuevo su clítoris o movía nuevamente mis dedos frotándola suavemente, notaba como su orgasmo, cuando parecía finalizar, volvía una y otra vez, con más intensidad en cada ocasión. Ella se revolvía cuando podía, ya que en otras ocasiones quedaba tendida y completamente exhausta.

Por fin, lo consiguió, me detuvo en mi cruel deseo de continuar proporcionándole placer.

Cuando inmediatamente me situé entre sus piernas, todavía tenía la respiración entrecortada, aún se le escapaba algún gemido, y un escalofrió la estremeció cuando sintió mi polla completamente excitada resbalar sobre su clítoris. Se retorcía una y otra vez y yo me aprovechaba de ello, frotándome contra ella, empapándome en sus fluidos...

La penetré sin cuidado y de nuevo volvió a correrse. Lo cierto es que yo no me explicaba qué estaba pasando, no sabía si es que seguía aún con el primer orgasmo, si eran coletazos de ese, o si se había corrido dos veces más. El caso es que la veía excitada como nunca, incapaz de parar de correrse y no iba a ser yo quien desaprovechara la oportunidad de disfrutar todo ese placer brotando de ella.

Movía mi polla con cuidado, fuerte, iba cambiando y en cada embestida, notaba un nuevo orgasmo. Me movía hacia arriba procurando rozarla el clítoris mientras entraba, me colocaba hacia atrás haciéndola notar como toda mi excitación entraba recta, directa, completa. Al sacarla me gustaba tocármela, sentirla empapada por sus fluidos, mojando mi mano en ellos y restregándolo por su culo.

Se corrió una y otra vez, me tenía tan excitado que no pude evitar correrme rápidamente dentro de ella, sintiendo como derramaba todo el deseo que mi cuerpo contenía en su coño, explotando y dejando estallar todo el deseo y el morbo que estaba sintiendo. Los dos nos corríamos al unísono, sentía como clavaba sus uñas en mí mientras yo gritaba muerto de placer.

Era la primera vez que nos corríamos juntos, aunque lo cierto, es que en este momento, no era difícil, ella, no había parado de correrse.

En esta ocasión, el antes y el después...... importan?.





domingo, 2 de noviembre de 2008

Una jovencita.

Después de unos días hablando por fin nos decidimos. Era un día de diario, pero la conversación ya habÍa alcanzado los tintes necesarios para que la cita se convirtiera en inmediata e irremediable.
Carla tiene 18 añitos recién cumplidos (al menos eso me dijo...), su cara combinaba perfectamente la inocencia de su edad con el morbo que llevaba dentro y que podía leerse en su cara, evidentemente cuando ella quería. En nuestras conversaciones había podido notar como se desenvolvía a la perfección en el juego del erotismo, de la excitación encubierta. Sabía perfectamente cómo manipular la imaginación de un hombre y llevarle al terreno que ella quería.
Charlando sobre fantasías y experiencias me dejó entrever una cuenta pendiente: - Algo que nunca han conseguido es que me corra haciéndome algo. - ¿Haciéndote qué? - No pienses que te lo voy a decir. - Tendré que averiguarlo y conseguirlo. - Eso han dicho ya otros... - Ya, pero creo que sé que puede ser, y soy bueno en ello. - Insisto, eso ya me lo han dicho otros... No habíamos concretado cual era el plan, pero por conversaciones anteriores supuse que iríamos a tomar algo para conocernos mejor.
Mientras conducía afianzaba mi deseo de aprovechar ese tiempo para seducirla. Al llegar la esperé dando un paseo por su calle mientras ella bajaba, por fin nos vimos y nos saludamos, no estaba pensado, hablado ni previsto, pero un suave beso en los labios fue el comienzo de la noche.
Carla lucía el aspecto de una jovencita coqueta, con vaqueros bien ceñidos que dibujaban a la perfección unas piernas preciosas, un top que insinuaba de manera generosa sus perfectos pechos y una preciosa melena ondulada y negra como el azabache. Cuando subimos al coche encendí el GPS con intención de que me avisara de los “limites de velocidad” para evitar multas. Carla me pregunto de una manera sorprendentemente espontánea:
- ¿Para ir a tu casa necesitas el GPS?
Me dejó sorprendido y no quise entrar en los detalles de porqué daba por sentado que iríamos a mi casa y menos cuando veía en ella una intención clara y evidente de lo que pretendía esa noche, de cual era su deseo.
Cuando llegamos a mi casa abrimos una botella de Amaretto y nos servimos primero una copa y después otra mientras charlábamos, reíamos y continuábamos seduciéndonos, jugando el uno con el otro. Guiábamos la conversación, si, la guiaba yo, pero ella también hacía gala de una gran destreza. Lejos de dejarse llevar o de facilitar de manera apresurada sus intenciones aunque evidentes, jugaba a acercarse, a alejarse, a acercarme a alejarme...
La conversación iba subiendo de tono, yo me iba fijando en sus “guiños”, hacia donde guiaba la conversación, su forma de mirarme, su forma de acercarse... Cuando resultaba no sólo evidente, sino inevitable me dispuse a besarla y....
- ¿Qué haces? – Una sonrisa enorme se esbozó en su cara mientras con una mano en mi pecho frenaba de manera inequívoca mi atrevimiento.
- ¿Y eso? – Pregunté imaginando de que se trataba...
- Das mucho por supuesto ¿No crees?
El juego había cambiado, Carla quería llevar las riendas, tenía una intención muy clara y quería jugar aún más, quería desesperarme hasta el punto en que no pudiera aguantar más. Así, los dos conscientes de que sólo hacíamos tiempo jugando a quien reventaría antes. Continuamos charlando, aumentando más la temperatura de nuestra charla, compartiendo impresiones sobre experiencias, fantasías y deseos. Incluíamos que deseábamos el uno del otro.
Estábamos sentados en el sofá de mi salón y ella reposaba sus piernas sobre las mías. Mis manos jugueteaban con su rodilla, con su muslo y de manera muy medida jugaba a acercarse cada vez más a su ingle. Me entretenía entre los alrededores para luego bajar a la rodilla. En algún caso me incorporaba haciendo intención de inclinarme sobre ella pero luego volvía a acomodarme.
El juego continuó hasta que mientras yo hablaba de no sé qué Carla me interrumpió con un evidente desinterés sobre mi charla.
- ¿Es que me vas a dejar así? Coincidieron nuestras miradas y nuestras sonrisas, me acerqué a ella
- ¿No era lo que querías?
- Eres un cabrón.
- Y tú eres una putita que te gusta jugar a niña dura ¿no? – La dije mientras mi mano ahora ya de manera descarada, presionaba entre sus piernas robándole el primer gemido de la noche...
Comenzamos a besarnos, sus manos recorrían mi cuerpo, buscaron de inmediato mi erección, los juegos, los preliminares, ahora ya no tenían sentido, nos habíamos excitado lo suficiente como para que lo único que deseáramos fuera sexo, sexo ya.
Retiré su top sin ningún cuidado buscando saborear sus pechos duros y excitados, quité sus pantalones de manera apresurada, buscaba llegar a ella, tocar lo que sabía que encontraría, la humedad de su excitación. Mis dedos no entraron, más bien resbalaron dentro, Carla comenzaba a gemir más y más y comenzó a retorcerse cuando mi lengua rozó por primera vez su clítoris.
Me volvía loco ver como esa jovencita se retorcía de gusto como una verdadera puta con mis dedos y mi boca devorando su coño. Cada vez metía los dedos más dentro, cada vez lamía con más ansia. Carla se encontraba tan excitada que no sólo mojaba mis dedos sino que su humedad se derramaba por su culito. No tarde mucho en tener que sujetar sus muslos mientras ella en medio de un gran orgasmo, trataba de zafarse de los labios que aprisionaban su clítoris.
- ¿Joder, es vedad lo que me decías..... eres muy bueno!!!!! – Me dijo cuando por fin permití que recuperara el aliento por unos breves instantes. Su cara aún sin recuperar me excitaba, tenía ante mí a una jovencita viciosa, vendida a mis deseos.
Gimió cuando sintió como la penetraba de golpe, cuando su coño más sensible se encontraba.
- No sabía que fueras tan zorra, te ha gustado jugar conmigo ¿eh....?
- ¿Zorra yo? Tu si que eres un cabrón!!!! ¿Te gusta follarte a una jovencita como yo verdad? Te gusta pervertirla y volverla toda una puta ¿verdad?
- No ha sido difícil, tú eres una putita, una putita de esas que les gusta ir excitando tíos. Seguro que te gustaría ir por la calle con tu minifaldita y provocar a un cabrón para que te acabara follando en cualquier esquina ¿verdad?
- ¿Ves como eres un cabrón? Estás pervirtiendo a esta inocente niña, la estás haciendo una viciosa....
Verla en su papel de jovencita pervertida me estaba volviendo completamente loco, sentir como se volvía más y más viciosa, como se disfrutaba y se desenvolvía a la perfección en su papel me excitó tanto que estallé en un orgasmo brutal mientra la gritaba.
- Toma Zorra!!!!! Puta!!!!!!!
Había estado con mujeres que jugaban a ser jovencitas, con jovencitas que querían jugar a ser mujeres experimentadas, pero nunca habia disfrutado tanto con una niña que lo único que hacia era desarrollar a la perfección su propio papel.