sábado, 25 de abril de 2009

Un viaje de trabajo.


Y es que era así como se presentaba la jornada, como uno de mis habituales viajes de trabajo a una ciudad costera en uno de los trenes rápidos que la comunican con Madrid.

A primera hora de la mañana y después del madrugón, cogí el tren al igual que otros tantos había cogido en otras ocasiones y, como muchas otras veces, también intercambié una mirada traviesa con la azafata que me daba la bienvenida en la puerta. La mantuvimos acompañada de una sonrisa por unos breves instantes y después me acomodé en mi asiento.

Hasta ahí nada fuera de lo común, me gusta provocar con cierto descaro medido, en ocasiones con la mirada, con una sonrisa, con una agradable charla...

Ana pasaba en varias ocasiones a mi lado, bien de camino a sus quehaceres o a ofrecerme los auriculares o caramelos de cortesía para el viaje. Cada vez que coincidíamos volvíamos a jugar con nuestras miradas o con un “gracias” en un tono medido entre la picardía, la cordialidad y la provocación, lo justo para dar que pensar, pero sin caer en el descaro.

Daba la impresión de que mis pequeños jugueteos eran bien recibidos, por lo que decidí continuar y aumentar mi osadía. Me dirigí a la cafetería para tomarme el segundo café de la mañana y volví a encontrarla allí.

- Hola de nuevo.
- Hola!!! - su sonrisa y el brillo de su mirada me continuaban invitando a seguir adelante.-
- Pues... nada, que los caramelos me han sabido a poco y venía buscando algo más dulce. – Mientras pedía una tostada de mermelada a su compañera. Resultaba muy evidente que ambas compartían miradas de complicidad.-
- Ahhhhh, muy bien, pues has elegido bien.- Mientras parecía dirigir su mirada a la tostada como validando mi elección.
- Lo dices por la mermelada o por haber venido aquí. – A verte a ti, decía mi mirada.-
- Uy, uy uy.... – Exclamó su compañera mientras los tres rompíamos a reír.-

Nuestra charla continuó en tono divertido y pícaro durante unos minutos (Mientras desayunaba) hasta que regresé a mi asiento. Al irme, aunque no pude entender nada, pude oír los cuchicheos de las dos chicas. El viaje habitual de trabajo estaba comenzando a tomar una dirección imprevista.

En la parada intermedia que suele hacer volví a coincidir con ella en la puerta del vagón, ella salió para preparar las entradas y salidas y yo aproveché la excusa de tomar el aire para entretenernos en otra simpática charla.

Cada vez las distancias se acortaban, se nos notaba cómodos y con ganas de continuar charlando. Hablábamos del motivo de mi viaje, de curiosidades que le ocurrían en los suyos...

- Tampoco te creas que viajo tanto, suelo salir una vez al mes más o menos, al principio está bien, pero luego te cansas y prefieres pensar en los viajes de placer.
- Ah si? Y dónde te gusta ir de viaje de placer?

Forcé un silencio un poco más largo de lo habitual mientras mi mirada se tornó traviesa y penetrante.

- A muchos sitios – Contesté al fin.- Tantos que no nos va a dar tiempo a charlar de ellos, pero se me ocurre algo, ¿y si dejamos esta conversación para cuando tengamos más tiempo?


Ahora era ella la que se tomó su tiempo para responder, parecía estar calibrando todas las posibilidades, los riesgos, las ventajas...

- Me parece bien. – Dijo con una preciosa sonrisa.-
- Genial!!! Anota mi teléfono y así me llamas cuando te apetezca salir una noche y retomamos charlas pendientes.
- De acuerdo.


Durante el resto del viaje ambos continuamos el juego, hasta que al llegar nos despedimos con dos besos y un... “hablamos”.

A partir de ahí mi jornada ya no tuvo nada novedoso, reunión, viaje de vuelta en el que esperaba poder tener la suerte de coincidir con Ana de nuevo, hecho que como es lógico, no ocurrió.

El recuerdo de Ana se había convertido en una anécdota simpática, nada más. Hasta que una semana después mi teléfono sonaba con un número que no conocía.

- Hola!!!!
- Hola!!!!!
- Que tal?
- Muy bien gracias y tú? Qué tal todo?
- Muy bien también.
- Que bien!!! Me alegro!!!
- Sales de viaje esta semana?
- Que va, esta semana no tengo nada pensado, el finde a lo mejor, tengo varias cosas aún en el aire, pero tengo que decidirme, seguramente lo haré el mismo viernes, nunca sé que me va a apetecer hasta el ultimo momento, y tú?
- Bueno, ya sabes cada día a un sitio.
- Ya sé? Se supone que he de saberlo?
- Pues.... ahora que caigo, sabes quien soy?
- No, no tengo ni idea.
- JAJAJAJAJAJA, y eres tan dicharachero con todas las desconocidas que te llaman?
- Si son simpáticas como tú, si.
- Jajajajajaa, soy Ana, nos conocimos en el tren.
- AHHHHHHHHHH jajajaa, vale, ya te sitúo.

Continuamos riendo y charlando un rato hasta que por fin quedamos esa noche para salir de tapeo por Sol.

He de decir que cuando la vi estaba aún más guapa que en el tren. Lo cierto es que el traje de azafata no favorece mucho. Venía con unos pantalones negros ajustados, botas de caña alta y fantástico tacón, y una blusa suelta, que dejaba un precioso hombro al aire, hacía el resto.

Fuimos a un par de sitios y entre cañas y tapas comenzamos a hablar de viajes y anécdotas.

Hasta ahí la conversación parecía inocente a pesar del juego e intercambio de miradas que manteníamos paralelamente. La impresión que me estaba dando era de una chica modosita con ganas de jugar.

Cuando la conversación acabó girando de manera inevitable a las relaciones chico – chica y a nuestros roles en ellas, esa impresión comenzó a cambiar.

Cada vez descubría una chica más morbosa. Comenzamos a comentar nuestras fantasías, las realizadas y las pendientes de experimentar y el juego cada vez entraba en una fase más íntima. Ambos jugábamos a acercarnos, a poner ejemplos con una caricia en la mano contraria, a entonar, a enfatizar ciertas palabras, a mirarnos con un deseo cada vez más descarado. El juego estaba subiendo de tono rápidamente.

Decidimos acercarnos a una zona cercana de copas para continuar la noche.

En el primer local, nuestra conversación ya giraba en torno a cómo a los dos nos excitaba la idea del sexo imprevisto, el que surge de golpe, creando un deseo desmedido tal que no hay posibilidad de espera, que ha de llegar a un desenlace inmediato en cualquier lugar.

Evidentemente ambos apoyábamos esa tesis, no sólo como un deseo en nuestras vidas, cada uno reafirmaba cómo había decidido que se iba a desarrollar el resto de la velada.

- Sí, eso me excita, la idea de que me callen con un...

No pudo acabar la frase, mis labios sellaron los suyos, mi cuerpo se pegaba al de Ana mientras sus manos me aferraban más a él y mientras las mías jugaban peligrosamente recorriendo su pantalón.

- Con un beso? – volvimos a besarnos...-

Ana podía notar claramente mi excitación, yo sentía como pegaba su cadera contra mí, nuestros movimientos vestidos eran aviso de cómo deseábamos movernos desnudos.

Ya habíamos descubierto en nuestra conversación que a ambos nos gustaba jugar y así hicimos.

Un lunes por la noche Madrid está animado, pero a partir de cierta hora los locales se van quedando vacíos y gracias a la intimidad que esa situación nos ofrecía nuestra osadía iba creciendo.


- Me está gustando excitarte... – susurraba en su oído.-
- Lo estás consiguiendo, al final estás resultando ser lo que parecías, un verdadero cabrón.
- Por qué? Si aún no he hecho nada.
- Pero lo estás pensando, que es peor.
- No, ya no quiero pensarlo, ahora quiero hacerlo, quiero seguir excitándote y ver como te sigues volviendo cada vez mas viciosa.... – Le susurraba mientras mi mano desabrochaba su pantalón y se introducía entre su ropa interior para sentir su humedad y ofrecerle la presión que estaba deseando hacía rato.....-

Nadie nos miraba y si alguien lo hacía no nos importaba demasiado, lo único que deseaba era ver cómo sus ojos se cerraban, cómo me agarraba los brazos con sus uñas mientras sentía mis dedos presionando su clítoris.

- Eres un cerdo!!!!
- Ah sí? Y tú qué eres?
- Dímelo tú..... – Ahora era ella la que pasaba su mano por mi pantalón buscando la cremallera, la bajó y accedió rápidamente a coger mi polla entre sus manos. Jugaba con ella mientras el vicio se reflejaba en sus ojos al ver lo dura que me la estaba poniendo....
- Eres una zorra, eso es lo que eres, una zorra deseando que la pongan a cuatro patas y se la follen como a una perra....

Creo que entre juego y juego debieron caer dos o tres copas más, por lo que al salir del local alrededor de las cinco de la mañana nuestra excitación nos hacía parar cada pocos metros para devorarnos.

No habíamos andado mucho cuando vimos un cartel en lo alto que anunciaba “HOSTAL”. En pleno centro de Madrid un Hostal con ese cartel no apuntaba a una habitación muy.... “curiosa” diría yo, pero los dos estábamos completamente salidos y lo único que queríamos en ese momento era una cama, follarnos y hacernos gritar.

Entramos y en menos de cinco minutos nos habían dado una habitación. No había acabado de cerrar la puerta cuando ya nos estábamos besando y prácticamente arrancando la ropa. Nos la quitábamos atropelladamente y justo cuando la iba a empujar para que cayera en la cama y comenzar a devorarla, fue ella la que me empujó a mí contra la pared y sin detenerse ni un instante se metió mi polla en la boca. Joder!!! Llevaba tanto tiempo excitado esa noche, que sentir por fin el calorcito de sus labios me hacía estremecer...

- Así... Joder, así... chúpala bien, mira como me has puesto....

Ana no hablaba, sólo lamía acompañando el vaivén de sus labios con el de sus manos recorriéndome....

Se levantó, me besó y mientras su mano sacudía con rapidez mi erección.

Esa chica modosita que había conocido al principio de la noche se había vuelto una autentica viciosa, y eso, me estaba excitando de una manera brutal.

Ahora sí la empujé hacia la cama, Abrí sus piernas y echando al lado su tanga fui yo el que empezó a devorar su coño. Me estaba dando cuenta que estaba desbocado, asalvajado, manoseaba sus tetas, cogía y levantaba su culo para tener su sexo mas accesible y mientras ella sujetaba con fuerza mi cabeza para que no parara, para que no me separara. Gemía y me pedía más, me rogaba que no parase y de repente sus gemidos se transformaron en gritos cuando empezó a correrse...

- Así, Así... Así cabrón, no pares, no pareeeeeeeeeeeees....., esto, esto es lo que quería, así... así me gusta que me follen....

Aun no había acabado de correrse cuando me levanté y la penetré de golpe, sentí como volvía a correrse, no sé si era el mismo orgasmo reavivado o uno nuevo pero daba igual, se estaba corriendo y su cadera golpeaba contra la mía sin control alguno. Yo embestía con fuerza, me estaba volviendo loco abrir su coño, verla tan salida y me estaba poniendo terriblemente cachondo sentir como clavaba sus uñas en mi espalda mientras arqueaba su cuerpo conteniendo la respiración.

Cuando por fin, ya exhausta, relajó su cuerpo, bajé el ritmo. Ahora la penetraba suave, despacio, pero notaba que con cada roce de mi polla en su coño, su cuerpo volvía a estremecerse....

- Estás empapando la cama....
- Es que me tienes cachonda, cachonda como hacía tiempo que no estaba....
- Sí... Ya lo veo... y aún te excita más que me siga moviendo así verdad?....
- Sí... sí... me estás volviendo a poner, cabrón... fóllame, haz conmigo lo que quieras.....
- Eso voy a hacer... te voy a follar como la zorrita que eres.....

Mientras continuaba con mis movimientos pausados, mi dedo comenzó a explorar su culito, notaba que con las caricias se iba excitando aún más, por lo que lentamente mis movimientos volvían a cobrar ritmo y mi dedo iba abriéndola cada vez más....

- Qué vas a hacer?
- Voy a volver a abrirte...
- Joder....
- Sí.... pero esta vez voy a abrirte aún más.

Levanté sus piernas hasta mis hombros dejando más accesible mi nuevo objetivo. Éste parecía ceder sin dificultad, así que supongo que guiado por esa sensación, sumada a lo salvaje que Ana había conseguido volverme esa noche, la penetre el culo hasta dentro....

No sé si su gemidos se convertían en gritos o su gritos en gemidos, pero lo que resultaba evidente es que sentirme dentro hasta el fondo mientras mi dedo volvía a jugar con su clítoris le gustaba lo suficiente como para que sus caderas volvieran a moverse con el ritmo del deseo.

Me sorprendió la facilidad con la que había entrado y la facilidad con la que estaba recibiendo mis embestidas, podía ver como se avecinaba un nuevo orgasmo, y eso, me excitaba tanto como para comenzar a notar como el mío presionaba cada vez con más fuerza en la base de mi polla luchando por salir.

Creo que fueron mis ultimas embestidas, en las que sentía mi polla reventar mientras descargaba todo el deseo acumulado esa noche, lo que precipitó su tercer orgasmo. Parecíamos estar peleando, yo embistiéndola casi con rabia mientras me corría y ella clavando de nuevo sus uñas en mi espalda mientras su cuerpo, una vez más se contraía de placer....

Caímos los dos exhaustos, satisfechos al fin, la noche trajo mucho más juego, pero el momento de satisfacción, el momento de liberar toda la tensión acumulada por el juego de esa noche, fue ese.