domingo, 25 de diciembre de 2011

El arte de seducir. Capitulo II. Seducir.




Capítulo II: Seducir

Seducir es el camino que se recorre hasta conseguir que el deseo de la otra persona, se rinda al tuyo. Y ese es el máximo objetivo de la seducción.

Si la seducción se prolonga mucho el poder de nuestros encantos, la moral, el interés y el efecto sorpresa decaerán.

Cuando se emprende una campaña larga, serán necesarios más recursos y estos siempre son finitos.

No estoy hablando de la comodidad de atacar lo fácil, no, sino de no alargar nuestro camino, pues el resultado se irá desvaneciendo en él.

Si tu campaña se alarga tus fuerzas decaerán, tu ánimo se apagará y tu capacidad para crear estrategias se irá desvaneciendo con ellos.

Así, a pesar de haber podido ver innumerables situaciones de torpes precipitaciones, nunca se ha visto una operación astuta que haya sido prolongada en el tiempo.

En cualquier caso y cuando me refiero a la duración de la estrategia de seducción, no me refiero tanto al tiempo lineal, como al tiempo efectivo empleado, es decir. Si en nuestras estimaciones detectamos que no es el momento idóneo, es mejor poner distancia y reducir nuestro contacto con la persona que deseamos seducir, de lo contrario, y especialmente en el caso de los hombres, correremos el riesgo de sufrir el mayor de los desastres, ¡Que nos vea como un amigo!!!

Así, los buenos seductores nunca necesitarán segundas oportunidades.

Podemos crear mil y una estrategias, pero no debemos perdernos en ellas, si respetarlas, pero no permitir que nublen nuestro objetivo. Para seducir, solo hay un camino, seducir.

Un aspecto de alta relevancia, es que para poder seducir, necesitaremos recursos, y no me refiero en este caso a los económicos, sino a recursos personales.

Si queremos despertar la atención de alguien deberemos de poseer riquezas, riquezas en nuestro interior, y preocuparnos de alimentarlas constantemente. Una gran oportunidad para hacerlo, será enriquecernos con todo aquello que la persona a la que deseamos seducir pueda aportarnos, ya que sin duda, en infinidad de ocasiones nos sorprenderemos con los tesoros que los demás pueden ofrecernos.





domingo, 18 de diciembre de 2011

El arte de seducir. Capitulo I. Estimaciones.

Capitulo I. Estimaciones.
Antes de dar comienzo a la seducción es necesario realizar ciertas estimaciones que nos orienten sobre si el momento es el adecuado o no. Antes de nada, deberemos tener en cuenta las influencias emocionales, el clima, el terreno, el mando y la doctrina.
Con influencias emocionales me refiero a valorar no solo el momento emocional en al que nos sentimos nosotros, sino el estado emocional en el que se siente la otra persona. Por muy alta que sintamos nuestra autoestima o por poderosos que nos sintamos en un momento dado, toda la fuerza y la energía que seamos capaces de desplegar en ese momento será inútil, o peor, contraproducente, si el estado emocional de la otra persona se encuentra bajo mínimos o si su atención se halla inmersa en otros asuntos.

Un buen ejemplo podría ser imaginarnos en ese momento en el que nos sentimos capaces de todo, y sin embargo, la persona a seducir se encuentra con las emociones centradas en algún problema grave, sea familiar, laboral o personal. Ese, no sería un buen momento para seducir.

Tampoco quiero que parezca que cuando la persona a seducir tiene la atención centrada en problemas,  el momento emocional no es propicio. Tenemos que ser capaces de evaluar el grado de receptividad que puede tener y detectar cuando nuestras estrategias corren el riesgo de caer en saco roto, sencillamente porque la hemos encontrado con el paso cambiado o más receptiva a una sencilla charla divertida y cómoda que a un intento de seducción. Si somos capaces de dominar ese momento y actuar en base a su momento emocional, lo más probable es que hayamos esquivado la posibilidad de echarlo todo a perder, mientras hemos creado la situación propicia para una futura nueva oportunidad.

Debemos ser capaces de captar, intuir y empatizar con las emociones de los demás, buscando así determinar cual es el momento idóneo para comenzar a seducir.

El clima simboliza las fuerzas naturales, es decir, lluvia, viento, calor… En definitiva todos aquellos aspectos que no podemos manejar y que pueden ser fuerzas que anulen cualquiera de nuestras estrategias.

En cualquier caso, si somos capaces de tener en cuenta este tipo de elementos, no solo podremos evitar que alguna de nuestras propuestas o estrategias fracasen, sino que podremos usarlas en nuestro propio beneficio.

Soy consciente de lo místicas que pueden parecer mis palabas, sin embargo, teniéndolas en cuenta, quizás podremos evitar una negativa a una propuesta para salir una noche de lluvia intensa, cuando lo que más apetece es quedarse en casa bajo una manta y cambiarla por una invitación para el día siguiente cuando luzca el Sol y el deseo de pasear y salir a la calle sea mucho mayor.

Cuando hablo de tener en cuenta el terreno, me refiero no unicamente a las distancias que nosotros deberemos salvar, sino a las que ella deberá recorrer también. No solo para poder encontrarnos, sino las distancias y el terreno que compartiremos en nuestro encuentro.

Creo que para esta situación debo poner varios ejemplos: Tener en cuenta el terreno puede ser necesario en más de una ocasión, pero cuando debemos hacer un viaje especialmente largo, se trata de un elemento a valorar especialmente, ya que al bajar del coche, tren o avión, nuestro aspecto distará mucho del que teníamos al salir de casa, por lo que será bueno tener en cuenta que unas horas de descanso en el hotel para asearnos y volver a estar presentables podrían marcar esa sutil diferencia entre el éxito o el fracaso.

Como ya he dicho, no me gustaría que mis palabras se tomaran al pie de la letra ya que, como se comentará más adelante, la improvisación es un elemento esencial en la seducción. Por esto, sino existe la posibilidad de descansar en un hotel o en algún lugar cómodo, parar en una gasolinera o cafetería para afeitarnos, asearnos y poder cambiarnos, también es una buena opción.

Es evidente que si el ansia del encuentro nos ha precipitado a no tener en cuenta las distancias, perderemos la oportunidad de mitigar sus efectos en nuestra imagen.

Sin embargo, también es necesario tener en cuenta el terreno para los momentos que compartamos con la persona que deseamos seducir. Si bien no recuerdo ningún caso concreto, si se me vienen a la mente comentarios de chicas tales como:

- Menuda caminata nos dimos, ¡Y yo con los tacones!!!

- De haber sabido que íbamos a Toledo (con su centro urbano empedrado) ¡No me habría puesto tacones!!!!

- Iba yo tan mona con mi vestidito y nos pasamos la noche paseando de Pub en Pub, ¡Creo que no he pasado tanto frio en mi vida!!!!

Como resumen diré, que no tener este aspecto debidamente en cuenta, puede cambiar la sensación de “sentirse a gusto”, a una verdadera pesadilla.



Cuando hablo de mando, me refiero a nuestra capacidad para hacernos con el control de ciertas situaciones. Esto no quiero decir que debamos ser personas autoritarias o ser capaces de dominar todas las situaciones a las que nos enfrentemos, sino a ser conscientes de nuestras capacidades y de nuestras limitaciones en este sentido.

Cuando tenemos un encuentro con la persona a la que queremos seducir, éste, se puede desarrollar en infinidad de situaciones distintas y lo que debemos evitar bajo cualquier circunstancia es que esa persona se sienta incomoda.

Si la invitamos a compartir una velada con nuestros amigos, debemos ser capaces de controlar todas las situaciones que se puedan dar, como por ejemplo que nuestros amigos se pasen con la bebida y se pongan a bailar Paquito el chocolatero en algún lugar elegante, por supuesto, siempre que esa situación te incomode a ti o a la persona que deseas seducir, si os gusta y os divierte, ¡Adelante!!!
Pero si no es así, has de tener la capacidad suficiente como para que no sea necesario aguantar esa situación, bien siendo capaz de frenarla o con una educada disculpa que os permita escabulliros de ese local.

Cualquier cosa, antes de encontrarte ante una situación en la que por falta de dominio, debas quedarte, esto te hará sentir mal a ti, y a tu pareja en ese momento.

En cualquier caso, es muy importante puntualizar, que cualquier mando, ha de ser siempre ejercido con una refinada educación. No hay manera más sencilla de tirar por la borda una noche de seducción que responder con malas maneras al camarero que por un descuido te ha tirado la copa encima.

Además de todo lo anterior, no debemos olvidar que el mando, mejor dicho, la capacidad de mando, o dicho de otra manera, la seguridad en uno mismo, es una cualidad muy apreciada especialmente por las mujeres. Esa seguridad, ese mando, no es necesario ejercerlo, basta con que exista, eso se percibe.

Con doctrina, me refiero a la organización y a la estrategia que deberás llevar a cabo. La seducción es un arte y como tal ha de ser cultivado, apreciado, pulcro y elegante en su ejecución. Tener en cuenta todos los condicionantes que nos vamos a encontrar en el camino, organizar nuestras estrategias, y ser capaces de dosificar nuestras ventajas sin “quemar todas nuestras naves de golpe” serán aspectos clave para nuestro éxito.

Probablemente en tus encuentros, podrás sorprender con capacidades, experiencias o aficiones, pero si lo despliegas todo en tu primera cita, perderás la oportunidad de sorprender en las próximas.

Por eso es necesario conocer y aprender a dominar con destreza las “armas” de que dispones.

Una vez conocidas y aprendidas, deberás seleccionar cuales y cómo utilizarlas y por supuesto dosificarlas. Si por ejemplo, conoces técnicas de magia, deberás decidir, si emplear el efecto sorpresa de ese recurso en una primera cita, o reservarlo para tener capacidad de sorpresa en una segunda o tercera oportunidad.

La seducción se basa en la sorpresa. Prácticamente todo el mundo busca un mismo objetivo, romper con la rutina, encontrar nuevas sensaciones o nuevas emociones, en definitiva, sorprenderse con lo imprevisto, sí, incluso aquellas personas que nos indican que necesitan tener todo bajo control. Con estas últimas tan solo deberemos de tener la precaución de hacerlas sentir que no han perdido ese control que necesitan, hacerlas sentir con seguridad.

Dominio de la atención. Dominar o ser capaces de dirigir la atención de la persona que deseamos seducir será un aspecto clave en nuestra estrategia, para ello, no solo deberemos conocer que temas pueden despertar su interés, sino conocer en cuáles de ellos nos sentimos más cómodos y dominamos mejor.

Podremos utilizar esta técnica de manera directa o indirecta, en función de las estimaciones que realicemos.

Un ejemplo de uso directo sería decirle, “voy a seducirte”, por supuesto midiendo el tono en el que se dice, serio, autoritario, simpático, divertido… Cada momento y cada persona pueden requerir uno distinto.

Un ejemplo de uso indirecto, sería centrar su atención en los viajes, deportes, o cualquier elemento que estimule su atención y mientras tanto, desplegar los “encantos” o “armas” seleccionadas de manera sutil.

Evita sus barreras. En muchas ocasiones, cuando nos disponemos a seducir, nos encontramos con que la otra persona tiene o ha levantado barreras. Es un error pretender derribarlas, sería un gasto de energía inútil, y con toda seguridad infructuoso y contraproducente.

Toda muralla tiene una grieta, debemos ser capaces de encontrarla y usarla en nuestro beneficio.

Si alguien con quien tenemos contacto telefónico nos ha dicho con firmeza que no desea quedar con nosotros, sería un error luchar frontalmente insistiendo en convencerla para una cita. Sin embargo, si aprovechamos la grieta que nos ofrece el sí poder hablar con esa persona por teléfono, haciéndola sentir cómoda, sin presionar sobre la barrera, dirigiendo su atención, bien de manera directa o indirecta, sorprendiéndola, en definitiva, seduciendo, esa muralla caerá sola y seremos nosotros quienes recibamos la proposición tan deseada.

Estimula su arrogancia, proponiendo algún juego, reto, algo divertido que haga que durante su ejecución, centre su atención en la victoria.

Si eres capaz de conseguir dejar sus murallas sin vigilancia (sus barreras sin atención) estas caerán por si solas.

Muestra tu arrogancia. Anunciar los pasos que vas a seguir, hacer notar tu seguridad en la consecución de tu objetivo, en definitiva, mostrarte arrogante, no solo puede estimular su deseo de competición, sino que puede sentar las bases de una deliciosa “guerra” en la que gane quien gane, el disfrute del trofeo será compartido.

Confunde a quien quieras seducir. Es muy importante no confundir esto con llegar a ser un problema, o volver loco a nadie. Pero no te muestres demasiado evidente, provoca sencillez y atrae una atención mínima y a la vez desconcierto, sin embargo ante la confusión, resulta innato querer resolver el “acertijo” por lo que eleva la atención hacia nosotros y, un aumento de atención es un aumento de interés.

Haz las cosas fáciles. En contraposición con lo anterior nadie desea complicaciones en la vida  y debemos procurar que nuestro “juego de seducción” no complique la vida a nadie.

Ataca cuando no se lo espere, haz breves “incursiones” (ataque de guerrilla) que debiliten sus defensas.

Un buen ejemplo sería, en esa charla de viajes, deportes o cualquier afición que atraiga su atención y donde se sienta cómoda, hacer un breve comentario:

- Eres preciosa

- Me encanta tu pelo

- Me gustan tus manos

- No te imaginas lo atractiva que estás ahora mismo con el sol iluminando tu cara.

En este caso, es necesario esperar unos breves segundos, dejar tiempo para que se sonroje, te mire sorprendida o te dedique una sonrisa y cambiar rápidamente el ritmo para volver a la conversación sin dejar opción a respuesta.

Estas son las claves de la estrategia de la seducción, pero nunca olvides, que en el momento de la verdad, deberás responder al cambio de circunstancias y saber responder ante ellas.


domingo, 11 de diciembre de 2011

El arte de seducir. Prólogo y entrenamiento

Fotografía tomada en el templo de Tangboche (Nepal)



Prólogo.

Creo que una de las cosas que más me apasionan en este mundo es la seducción. Llevo mucho tiempo aprendiendo y observando con infinita curiosidad, las distintas formas en las que ésta se aplica en la gente que me rodea y en la que me encuentro por el camino.

Supongo que ha sido éste el motivo por el que finalmente me he animado a escribir este compendio, que no pretende aleccionar ni enseñar nada que seguramente no sepa todo el mundo, sino que busca aunarlo y organizarlo en trece sencillos pasos (o preceptos).

Creo que ya he dado una pista sobre la bibliografía que usaré en estos textos, y que en cualquier caso indicaré en la última entrega.

Soy consciente de que lo que aquí detallaré, podrá ser leído y entendido como normas, reglas o acciones que hay que seguir a rajatabla, y además estoy seguro que mi manera de escribir y mi convencimiento, fomentarán esa impresión. Sin embargo, dejaré para la última entrega una consideración especial para la improvisación, para ese momento, en el que por un motivo u otro es necesario romper con todo, con las reglas, con lo establecido y dejarse llevar, casi encomendado al destino.

Pretendo escribir estos textos sin que vaya especialmente dirigido a ninguno de los dos sexos, aunque supongo que en alguna ocasión, no podré evitar de manera consciente o inconsciente algún desliz. En cualquier caso, y especialmente cuando me refiero al femenino, en la mayor parte de las ocasiones será porque haga referencia a “la persona a seducir”

Por mucho que disfrute improvisando, creo que el conocimiento de la técnica es necesario para el aprendizaje de cualquier arte, y si además somos inquietos e inconformistas y sentimos ese deseo irrefrenable de romperlas o transgredirlas, más aun. En el arte, solo es capaz de crear una nueva tendencia quien antes ha dominado las normas. Picasso o Dalí antes de sorprendernos con su manera de romper con lo establecido, dominaron la técnica, y fue a partir de ahí, cuando fueron capaces de usarla para crear nuevas tendencias.

Espero que podáis disfrutar de esta serie de entregas. La idea de publicarlas se basa especialmente en el enriquecimiento, en el mío al escribirlo, al documentarme, al recordar experiencias, y en el vuestro… Bueno, en el vuestro, ya me contareis.



Entrenamiento.

Si, como en todo arte es necesario realizar un entrenamiento. Como realizarlo resulta sencillo. Al igual que en cualquier otra disciplina el entrenamiento no se realiza en el momento “de la verdad”, es decir, en el momento de la competición, cuando vas a pintar tu mejor cuadro, o cuando te encuentras en el momento en el que has de seducir. Éste, se ejecuta en situaciones en las que una equivocación no produce consecuencias, cuando puedes jugar con la técnica de “prueba-error” y puedes sacar conclusiones en base a los resultados.

Saber qué entrenar, resulta sencillo. Los mismos pasos que encontremos en estos textos.

¿Cuándo hacerlo? En cualquier momento de nuestras vidas, siempre que tengamos oportunidad.

Personalmente suelo usar una frase a modo de chascarrillo “Yo tonteo hasta con las farolas” y es que, eso es precisamente lo que debemos hacer, desplegar nuestras armas de seducción con toda la gente que nos rodea.

A pesar de que no alberguemos intenciones, serán momentos ideales para poder comprobar cómo reaccionan las otras personas nuestros “encantos”, y así, poder ir cultivando aquellos que mejores resultado nos ofrezcan.

Un buen momento, es cuando vamos a tomar un café, con la camarera que nos atiende. Ser agradable con ella, sonreír (siempre sonreír), actuar siempre con educación, ofrecer una frase divertida, halagadora, simpática, una mirada traviesa, un gesto que le robe una sonrisa...

El entrenamiento hará que aumente el conocimiento de nosotros mismos y nuestra autoestima. Disfruta entrenando y no tardarás en comprobar los beneficios.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Una noche para tres



Esa noche nuestras intenciones eran otras, sin embargo, en ocasiones, da la impresión de que es el destino el que toma decisiones por ti.


Estábamos en Fusión, traviesos, con ganas de jugar. Nos habíamos acomodado para tomar una copa mientras charlábamos y de repente él se acercó.

Nyeri ya se había fijado, lo cual no era de extrañar, ya que el chico tenía muy buen aspecto, un cuerpo bien formado, marcado y atractivo.

Cuando se presentó e inició la conversación con nosotros, pudimos comprobar que además era muy agradable y educado, por lo que estuvimos charlando un buen rato, mientras comprobábamos que la complicidad entre los tres iba creciendo.

Podía notar como a Nyeri el chico le agradaba, por lo que propuse acomodarnos en algún rincón del local y continuar charlando allí.

Como decía antes, la complicidad era patente, y nada más acomodarnos en la cama, Nyeri nos sorprendió cuando al quitarse el vestido, lució un precioso corpiño granate que combinado con el resto de su lencería, nos fascinó. La acomodamos entre nuestros brazos y nuestras caricias y besos comenzaron a fluir.

Comenzamos a besarla, mientras yo recorría sus hombros y su cuello con mis labios, el chico acariciaba sus piernas y comenzaba y sus bocas comenzaron a jugar. Nyeri nos correspondía, sus manos navegaban entre los dos cuerpos, explorándolos, jugando con ellos.

Podíamos notar como ella se iba entregando y abandonando cada vez más a nosotros. Mis besos bajaron por su espalda hasta llegar a su precioso culito, donde me entretuve mientras ella, agachándose cada vez más acabó por fin saboreando el sexo de nuestro invitado.

Yo jugueteaba por detrás, y disfrutaba de sus primeros y suaves gemidos. Me vuelve loco oír como comienzan y como cada vez se tornan más intensos y acelerados.

Nos recostamos los tres juntos y nos dedicamos a ella. Yo no tardé en bajar con mis labios a saborear su excitación, y el no tardó en volver a ofrecerle su erección. Nyeri la recibió con agrado, dedicándose a ella en ocasiones de manera pausada, como saboreando cada centímetro que introducía en su boca y en otras ocasiones de manera lasciva, comiéndosela casi con ansia mientras le miraba a los ojos con esa mirada que dice:

- Mira como me la como. Mira lo zorrita que soy….

Yo no podía aguantar más la visión de Nyeri entregada a nuestros deseos, gimiendo cada vez más, por lo que sin pensarlo me alcé y comencé a follarla sin mesura.

Continuamos jugando, ella nos dejaba hacer, disfrutaba. Él y yo nos turnábamos, cambiábamos de posiciones hasta que finalmente, mientras mi lengua jugaba con sus labios más íntimos, ella masturbaba a nuestro invitado y uno o dos espontáneos comenzaron a sobar sus pezones, estalló por fin en un impresionante orgasmo.

Nos relajamos primero entre caricias y tomando otra copa y poco después acomodándonos de nuevo en otra de las camas donde continuamos compartiendo y comentando algunas experiencias vividas.

Mientras hablábamos, volvíamos a acariciar a Nyeri, ella nos correspondía suavemente.

A nuestro invitado le encantaba escuchar las excitantes experiencias que ella le contaba, y podíamos comprobarlo observando como su excitación iba creciendo entre las palabras y las caricias de Nyeri.

La situación era agradable, tranquila y relajada, por lo que bajé lentamente y me acomodé para besar de la misma manera su sexo.

Todo progresaba lentamente, la excitación iba creciendo de manera calmada, Nyeri continuaba susurrando sus aventuras a nuestro invitado mientras su mano acariciaba su polla lentamente. Yo desde más abajo, continuaba escuchándola, y en ocasiones al levantar la vista, podía observar como se besaban, como él en ocasiones le decía lo que le excitaba escucharla, y como se la ofrecía de vez en cuando para que ella pudiera saborearla.

De repente oí a Nyeri susurrarle:

- Estoy deseando que me folles…

Me encantó no solo oírlo, sino el deseo con el que se lo dijo, por lo que me retiré y pude observar la cara de placer que puso cuando él se la metió casi de golpe.

Me excitaba ver como se deleitaba con las embestidas de nuestro invitado mientras yo follaba suavemente su boca.

Sin embargo, en ese momento, me di cuenta de que lo que más me apetecía no era participar, sino disfrutar de la imagen de Nyeri follando con un desconocido que le estaba ofreciendo un placer más allá de un simple polvo de local.

Me retiré un poco y me acomodé mientras me acariciaba con suavidad. Observaba como se follaban, como ella le pedía más, como le decía:

- Joder, me duele, pero me gusta… Sigue!!!

Como se besaban, bueno, en especial, como le besaba ella. Me encantaba verla entregada a un chico que de verdad le gustaba, como le acariciaba, como en ocasiones se volvían completamente obscenos y Nyeri le mordía con fuerza los pezones y como en ocasiones se follaban con calma, con besos y caricias suaves.

Por fin nuestro invitado estalló en un gran orgasmo y en cuanto cayó rendido al lado de Nyeri, le tomé el relevo.

No solo fue que Nyeri me lo pidiera, mi excitación había ido creciendo y creciendo mientras les observaba, así que no pude contenerme. Ella estaba en pleno clímax tras el orgasmo de nuestro invitado, por lo que comenzamos a follar descontroladamente hasta que por fin estallé dentro de ella y nos fundimos en un tierno beso.

Reposamos nuestro placer entre charla, caricias y una última copa para hidratarnos hasta que por fin nos despedimos de nuestro inesperado invitado y nos retiramos a casa.

Ya habíamos jugado en otras ocasiones con terceros, y siempre me ha vuelto loco verla disfrutar, pero nunca habíamos hecho un trio con un chico solo. Este fue el primero y cuando lo recuerdo, las imágenes con las que más me recreo, son aquellas en las que veo a Nyeri contenta y disfrutando en todas sus facetas.


domingo, 13 de noviembre de 2011

45 Minutos y algo más "Desenlace" (Por Nyeri)

Después de suplicarle varias veces, de intentar convencerle para que me follara, de desesperarme porque no sonaba la alarma y de tener que controlar mis manos para que no me castigase parando esos segundos interminables, la alarma sonó.

Él no se lo pensó, me penetró tan fuerte como pudo. Ahora se movía, fuerte, rápido. Estuve a punto de entregarme por completo, deseé ese momento durante 45 minutos que se hicieron eternos, ahora podía conseguir el orgasmo que tanto codiciaba, sólo debía dejarme llevar, disfrutar de sus embestidas y esperar mi merecido premio.

En un momento de lucidez vinieron mis palabras a la cabeza.

“Esta me la vas a pagar…”

- Para!! Dije poniendo mis manos en su pecho.

- No!

- Vamos a la habitación! Insistí

- No, quiero follarte aquí.

- Ven, quiero hacerte algo.

La curiosidad le pudo y se dejó llevar.



Se tumbó en la cama, saqué las esposas del cajón y se las puse. Después busqué un antifaz y se lo coloqué.

Me aseguré de que no viese nada, no quería que supiese cuales era mis intenciones.

Me senté en el borde de la cama y empecé a acariciar su polla, con la otra mano tocaba su culito y cuando empezaba a sentir su erección la metí en mi boca.

Comencé a lamer, cada vez más rápido, una mano acompañaba mis movimientos , mientras la otra exploraba su culito.

Poco después paré el ritmo para coger algo que tenía en la mesita de noche.

Unté crema en un consolador. No paraba de masturbarle mientras acerqué la puntita a su culito y empuje con cuidado.

- Así? Te gusta así? Te lo meto más? Pregunté

- No, así está bien

Volví a pasar mi lengua por su polla, a saborear su miembro duro y a mover el consolador penetrando en él sólo lo justo para no provocar sus quejas.

La intención no era hacerle sufrir, aunque se lo hubiera merecido. Sólo quería que disfrutase y viéndole disfrutar hacerlo yo también. Mi premio podía esperar.

Él no me veía, no podía tocarme, sólo tenía que entregarse al placer, imaginar mil situaciones morbosas y excitarse con cada movimiento que mi boca le regalaba y que mis manos le ofrecían.

A veces comía su polla con intensidad, otra veces detenía el ritmo para ir más despacio, sentía como su erección respondía a los cambios, cómo sus gemidos iban y venían, cada vez más fuertes, más intensos y más duraderos , hasta que el placer acumulado quiso salir y explotó en mi boca.

Me senté en la cama, le quité las esposas y el antifaz y esperé unos segundos para que se recuperase. Le besé agradeciéndole lo que me había hecho disfrutar, conseguir un orgasmo suyo en mi boca es un verdadero regalo para mí.

Me tumbé a su lado, acariciaba su pecho mientras él recuperaba el aliento . Llevábamos más de una hora dedicados exclusivamente a darnos placer, él ya había saciado su deseo y ahora me tocaba a mí.

Se colocó a la altura de mis caderas, agarró fuertemente mis piernas y hundió su boca en mi sexo húmedo. Su lengua se movía dentro de mí, sus dedos también. Empezó a acelerar sus movimientos, cada vez más, hasta que paró bruscamente y se dedicó a hacerme sufrir de nuevo.

- Nunca te lo han comido a cámara lenta? Me dijo conociendo de antemano mi respuesta.

- No, prefiero rápido, por favor.

Pensaba que iba a seguir jugando conmigo, con mis deseos y con mi placer, pero él sabe cuando hay que parar y así lo hizo. Volvió a moverse cada vez más rápido, metiendo sus dedos en mi coño, chupándome y volviéndome loca. Sentía como se acumulaba el placer cada vez más intenso, más penetrante y no tardé en estallar en un orgasmo largo e intenso .


domingo, 6 de noviembre de 2011

45 Minutos y algo más



- Claro… Llevo todo el día inquieta después de leer tu relato….

Me decía mientras en medio del pasillo me desabrochaba la camisa, los pantalones y se arrodillaba ante mí mientras yo perdía la razón entre sus labios…

Por suerte, no llegué a perderla (la razón) y recordé sus palabras… “Después de leer tu relato…” (45 Minutos)

- Si tanto le había excitado leerlo… ¿cuánto le excitará vivirlo? – Pensé.

La llevé al salón, y al sentarse en el sofá dispuesta a continuar donde la había interrumpido, y ver que cogía el móvil me dijo:

- No me lo puedo creer!!! Ahora te vas a poner a llamar por teléfono???

Con una sonrisa pícara le dije:

- No, sólo quiero poner una alarma…

- Jajajaja, y de verdad crees que vas a aguantar?????

La tumbé en el sofá, y mientras me colocaba para disfrutar de sus labios y su lengua en mi sexo, acariciaba sus braguitas, haciendo que ella abriera cada vez más las piernas y se ofreciera al placer.

No tardé mucho en separarme y colocar mi cara entre sus piernas, al sentir como acariciaba y besaba sus braguitas, las apartó con su mano para poder disfrutar más.

- Chsssst, debes colocar las manos hacía arriba, cada vez que las bajes pararé en seco. – Le dije mientras volvía a colocar la fina tela en su sitio.

Continuaba besando sus muslos, sus ingles, besando y acariciando, jugando con ella…

Después de apartar sus braguitas, deslizar mi lengua y jugar con mis deditos durante unos instantes, se las quité e hice que se diera la vuelta.

Me encantaba disfrutar de su humedad, deslizaba mis besos por su culito, entre sus piernas, dejando que mi lengua la recorriera saboreando su placer, jugando con sus orificios, besando sus labios más íntimos mientras mis dedos deambulaban desde su clítoris hasta su culito.

Ella me pedía que le metiera los dedos, necesitaba sentirse penetrada, y yo accedía… a veces.

Volví a darle la vuelta mientras ella me pedía que la follara.

- Métemela, métemela… por favor…

Recordando el relato me decía:

- Meterla no es follar… Eso no es follar….

- Todavía no… aún nos queda mucho tiempo para jugar…

Ahora ella estaba bocarriba, abría sus piernas, deseaba más, se ofrecía a mí…

Podía ver como su excitación se desbocaba. En ocasiones, no podía controlarse, y cuando mi lengua dejaba de jugar con su clítoris, bajaba la mano para continuar y alcanzar así el orgasmo que tanto deseaba… Yo le retiraba la mano y paraba por completo hasta ver como de nuevo las colocaba hacia arriba, lejos de su sexo, entonces, buscando complacer en algo sus deseos, comencé a hacerla sentir penetrada… Primero con un dedo, jugando lentamente, después con dos para acabar con tres mientras ella gemía y se acercaba peligrosamente al borde del orgasmo. Con un solo beso en su clítoris estuvo a punto de correrse, así que no me quedó más remedio que detenerme por unos instantes.

Me recosté a su lado, nos besábamos y ella buscaba acabar el trabajo con su mano mientras yo la sujetaba y se lo impedía.

Entonces, mientras volvía a intentar convencerme de que meterla no era follar, mis dedos volvían a acariciar su sexo muy suavemente.

Para ese momento, su excitación era tal que cualquier roce la volvía a colocar a punto del orgasmo, tanto, que cuando volví a parar, y tras unos segundos, pude comprobar cómo le sobrevino uno, sin nada, sin caricias, sólo por el cumulo de excitación al que estaba siendo sometida…

Fue pequeño, fugaz….

- Ves? Es que así, no me gusta correrme…

- Ya, pero eso te hace crecer el deseo de correrte como dios manda, no?

- Siiiiiiii

- Pues de eso se trata….

Ahora debía tener aún más cuidado, cada roce, cada caricia, llevaban su excitación al límite, hasta el punto que volvió a tener dos orgasmos más como el de antes…

Yo ahora jugaba a meterle un dedito despacio procurando casi no rozar el clítoris, recorría sus muslos de uno a otro y cuando pasaba por su sexo solo me podía permitir pasar la lengua un par de veces o tres, ya que sus caderas me anunciaban el riesgo que corría, y continuaba dirección al otro muslo.

- Joder!!!!! Cómemelo bien!!!!! Me decía mientras presionaba mi cabeza contra su coñito impaciente…

Yo lamía y lamía a su alrededor, en sus labios, sus ingles y ella me decía…

- Así no se come!!!!!




Pero no podía arriesgarme, ya quedaba poco tiempo….

- Si no te gusta lo dejo.

- Eres un hijo de puta!!

Por fin me decidí a complacerla parcialmente. Me coloqué entre sus piernas y la penetré hasta dentro.

No me movía, no hacía falta que le explicara la diferencia entre meterla y follar. Ella procuraba ofrecerse todo el placer que podía, movía sus caderas intentando que entrara y saliera, se frotaba contra mí y yo consentía. Presionaba fuerte para que pudiera sentirla profunda, pero también para que no pudiera follarse con ella.

Después de unos instantes, volví a sacarla a pesar de sus negativas…, intenté calmarla metiéndole los dedos, lamia a ratos y ella se retorcía una y otra vez.

- Joder!!!!!! Eres un cabronazo!!!!!! Esta me la vas a pagar… - repetía una y otra vez…

Por fin sonó la alarma, así que sin esperar a que se repitieran los tonos, y sin detenerme a pararla, se la metí fuerte y hasta dentro.

Ahora ya no eran necesarias las delicadezas, ella tampoco las quería, así que embestía fuerte, una y otra vez… Los dos disfrutábamos desbocados, sin necesidad ya de control ninguno.

Por fin nos dejamos llevar, disfrutamos asalvajandonos en nuestras embestidas, en el movimiento de las caderas, en la pasión y casi obscenidad de nuestros besos…

Sin duda no hay nada como contener el placer para después disfrutar de su explosión. Pude sentir como dominaba su excitación, como la tenía a mi merced, como la excitaba cuando yo quería y como la frenaba cuando yo lo decidía. Me gustó dominar toda la situación… Bueno, al menos hasta que dejé de hacerlo, pero eso es…. Otra historia.

domingo, 16 de octubre de 2011

45 Minutos


- Mmmmmm… Ya no recordaba lo bien que besas…. – Le dije cuando por fin nos encontramos.

Hacía mucho que no nos veíamos, por lo que disfrutamos de ese momento cálido, mirándonos, acariciando nuestras caras, besándonos…

No habíamos planeado nada especial para esa noche, solo ir a cenar y disfrutar el uno del otro.
Yo le había prometido que no jugaría con su coñito hasta que no lo viera gotear de excitación, era lo único de lo que habíamos hablado con respecto a nuestro encuentro. Sin embargo, esa idea, sentó las bases de cómo se desarrollaría la noche.

Yo estaría durante todo el tiempo dedicado a alimentar su excitación, y sin embargo ella, subversiva y combativa como siempre, decidió revelarse contra mis intenciones, y su único objetivo fue que yo resultara incapaz de contenerme, que cayera derrotado ante mi propio deseo y su capacidad de seducción.

Durante la cena comenzamos nuestro juego, aún más difícil que si fuéramos desconocidos, ya que los dos sabíamos perfectamente como podíamos disfrutar dando rienda suelta a nuestros deseos…

Estábamos jugando y disfrutábamos con ello, la conversación e incluso algunas caricias iban directamente dirigidas a conseguir nuestros objetivos, y estos (Nuestro objetivos) solo podían guiarnos a una excitación descontrolada, la única duda era… ¿Quién caerá primero?

Nuestro juego iba creciendo poco a poco, mis caricias, cada vez eran más atrevidas, pasaban de su cara a su cuello, sus hombros, y en ocasiones buscaban sentir la calidez de sus muslos.
Ella se dejaba hacer, se dejaba y me incitaba a ir cada vez más lejos, se insinuaba, me seducía, guiaba la conversación a la memoria de nuestro anterior encuentro, buscando que el recuerdo de como disfruté con ella me hiciera perder el control y así no poder evitar hundir mi mano en sus braguitas…

Disfrutábamos con nuestro juego, con nuestra… “pequeña guerra”, cuando por fin mi atrevimiento me llevó a acariciar por debajo de la mesa su culito hasta casi introducir mi dedito en él. Se sorprendió.

- ¿No decías que no me ibas a tocar?

- Dije que no tocaría tu coñito... – Respondí con sonrisa pícara…



Prolongamos la velada tomando una copa en una terraza situada en el ático de un hotel donde continuamos nuestros juegos de excitación, yo buscaba que sus braguitas gotearan entre susurros en su oído, besos en su cuello y caricias furtivas que cesaban justo cuando estaban a punto de pillarnos. Ella mostraba su deseo de entregarse a mí, de abandonarse a mis deseos, de dejarse usar, de cualquier cosa con tal de recibir la tan ansiada caricia en su coño, caricia que le otorgaría la victoria. Como no había mucha gente, aproveché para situarnos en una esquina de la terraza. Allí, arropados por la discreción que nos proporcionaba el lugar, nos volvimos más atrevidos.

Yo sobaba su culito por debajo del vestido, mis dedos recorrían el borde de sus braguitas, llegando casi a tocar su coñito cuando pasaba por sus ingles. En ese momento la miraba, ambos éramos conscientes de que mis dedos se encontraban a escasos dos centímetros de su deseo. Yo me volvía loco por tocarlo con fuerza y robar así su más profundo gemido. Ella, entreabría sus piernas, exponiéndose, entregándose, tentándome con su mirada y susurrándome al oído:

- Méteme los dedos hasta dentro cabrón….

Mientras mi mirada traviesa le decía:

- Quiero tu coño ya!!!

Mis caricias se iban alejando y mi sonrisa traviesa iba creciendo…

Los dos estábamos poseídos por el deseo, casi abandonados a él. Ella, casi desbocada, me sobaba los pantalones buscando mi erección de manera desesperada.

La senté, desabroché mi pantalón y guiando su cara introduje mi polla en su boquita. Me volvió loco sentir la suavidad de sus labios, el calor de su lengua recorriéndola una y otra vez. Su mano acompañaba sus movimientos y yo me sentía casi fuera de mí.

- Mmmmmmm Quería recordar lo bien que lo haces…

Cuando se acercó gente hasta el punto de casi pillarnos, lo dejamos.

- No te imaginas como me has puesto… - me dijo.

- Me has vuelto completamente loco… - le dije antes de besarla casi con desesperación.

Cuando decidimos cambiar de lugar, al tomar el ascensor, aun excitado, y viendo que nos encontrábamos solos, la di la vuelta, casi empotrándola contra el espejo.

- Así que te has puesto cachonda chupándomela verdad?

- Si…. Solo quiero que me folles…..

Inmediatamente metí mi dedo en su boca, ella lo chupaba desenfrenada. Levante su vestido y retirando sus braguitas lo introduje en su culito.

No le estaba metiendo el dedo, la estaba follando con él.

- Ves? Ya te estoy follando….

- Siiiii, siiiii…..

- Así te gusta que te follen verdad!!!




Yo la hablaba al oído mientras mis embestidas eran cada vez más fuertes. Ella solo gemía y cada vez se arqueaba más ofreciéndose y provocando que le diera más fuerte hasta que el ascensor se detuvo y retiré mi mano dejando caer de nuevo su vestido.

Cuando salimos, estoy seguro que la gente que esperaba para subir pudo adivinar en nuestras caras que no habíamos bajado compartiendo una tranquila charla.

Fueron solo 7 pisos, pero aún, cuando recuerdo ese momento, me da la impresión de que fuera un polvo completo.

Decidimos darle una vuelta de tuerca a la noche y fuimos a tomar la siguiente copa a un Sex Shop donde las chicas hacen Striptease. Era de suponer que habría bastantes hombres con un exceso de líbido. Mi plan, aunque incierto, era esperar que al menos hubiera alguno lo suficientemente atrevido como para buscar alguna caricia bajo su falda al verla excitada conmigo. Como no había mucha clientela nos dejamos llevar, aunque yo continuaba respetando mi promesa, y ella provocándome para que la incumpliera. Nos besábamos, nos sobábamos provocando incluso la mirada cómplice y traviesa de alguna bailarina. Finalmente nos llamaron la atención. Los pocos clientes que había, nos miraban más a nosotros que a las chicas que se estaban desnudando en el escenario. Por fin nos dirigimos al hotel. Cuando entramos a la habitación, besándonos y acariciándonos con una locura desenfrenada, por fin me decidí a comprobar el estado de su excitación.

Mientras ella me regalaba el gemido más deseado, mi dedito comprobaba sus braguitas acariciando su coño y empapándose en su ardor.

Sus braguitas estaban completamente empapadas, pero yo quería llevar el juego más allá. - ¿Quieres que te folle?- Si, fóllame ya.- Creo que te haré sufrir 45 minutillos más.

Sus ojos me miraban con sorpresa mientras se frotaba contra mí, buscando hacerme renegar de mi nueva propuesta… Programé la alarma en mi móvil para que me avisara cuando venciera el tiempo indicado Mientras tanto jugamos, jugamos y jugamos. Cada uno tenía su estrategia, yo lamia su coñito saboreando por fin su placer, pero solo hasta que veía que estaba a punto de correrse, jugueteaba con su culito, me tomaba mi tiempo sentándome a observarla en la silla que había frente a la cama.... Ella, se volvía loca de excitación, cuando yo me alejaba y me sentaba, gateaba por la cama como una gatita meneando su culito, ofreciéndomelo y dedicándome sus miradas más provocadoras... Su cara era el reflejo de la lujuria, del deseo, la excitación personificada. Intuía que el tiempo llegaba a su fin, por lo que comencé a subir aún más la temperatura del juego. Tumbado encima de ella, acariciando su coñito con mi polla le preguntaba una y otra vez...

- ¿Quieres que te folle?, ¿quieres que te la meta?

Ella retorciéndose gemía una y otra vez.... - Si, si, si..... Por fin, y aunque no hubiera sonado la alarma la penetré...

- Siiiiiii, por fin me follas....

- No, esto no es follar, solo te estoy metiendo la polla...- le susurraba sin moverme....


Volvía a salirme, jugar con ella, y volvía a penetrarla sin realizar movimientos una vez que estaba dentro....

Cuando por fin sonó la alarma, yo me encontraba dentro de ella, agarré fuerte sus caderas y comencé a embestirle con fuerza una y otra vez. Nos volvimos locos, era demasiado tiempo contiendo una excitación desmedida, yo empujaba cada vez con más fuerza, estaba completamente fuera de mí, mientras ella, gemía y gritaba agarrando mi culo para hacer que le diera todavía más fuerte

- Esto es follar, esto sí que es follar... Es lo que querías verdad....

- Siiiiii, siiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.