domingo, 16 de octubre de 2011

45 Minutos


- Mmmmmm… Ya no recordaba lo bien que besas…. – Le dije cuando por fin nos encontramos.

Hacía mucho que no nos veíamos, por lo que disfrutamos de ese momento cálido, mirándonos, acariciando nuestras caras, besándonos…

No habíamos planeado nada especial para esa noche, solo ir a cenar y disfrutar el uno del otro.
Yo le había prometido que no jugaría con su coñito hasta que no lo viera gotear de excitación, era lo único de lo que habíamos hablado con respecto a nuestro encuentro. Sin embargo, esa idea, sentó las bases de cómo se desarrollaría la noche.

Yo estaría durante todo el tiempo dedicado a alimentar su excitación, y sin embargo ella, subversiva y combativa como siempre, decidió revelarse contra mis intenciones, y su único objetivo fue que yo resultara incapaz de contenerme, que cayera derrotado ante mi propio deseo y su capacidad de seducción.

Durante la cena comenzamos nuestro juego, aún más difícil que si fuéramos desconocidos, ya que los dos sabíamos perfectamente como podíamos disfrutar dando rienda suelta a nuestros deseos…

Estábamos jugando y disfrutábamos con ello, la conversación e incluso algunas caricias iban directamente dirigidas a conseguir nuestros objetivos, y estos (Nuestro objetivos) solo podían guiarnos a una excitación descontrolada, la única duda era… ¿Quién caerá primero?

Nuestro juego iba creciendo poco a poco, mis caricias, cada vez eran más atrevidas, pasaban de su cara a su cuello, sus hombros, y en ocasiones buscaban sentir la calidez de sus muslos.
Ella se dejaba hacer, se dejaba y me incitaba a ir cada vez más lejos, se insinuaba, me seducía, guiaba la conversación a la memoria de nuestro anterior encuentro, buscando que el recuerdo de como disfruté con ella me hiciera perder el control y así no poder evitar hundir mi mano en sus braguitas…

Disfrutábamos con nuestro juego, con nuestra… “pequeña guerra”, cuando por fin mi atrevimiento me llevó a acariciar por debajo de la mesa su culito hasta casi introducir mi dedito en él. Se sorprendió.

- ¿No decías que no me ibas a tocar?

- Dije que no tocaría tu coñito... – Respondí con sonrisa pícara…



Prolongamos la velada tomando una copa en una terraza situada en el ático de un hotel donde continuamos nuestros juegos de excitación, yo buscaba que sus braguitas gotearan entre susurros en su oído, besos en su cuello y caricias furtivas que cesaban justo cuando estaban a punto de pillarnos. Ella mostraba su deseo de entregarse a mí, de abandonarse a mis deseos, de dejarse usar, de cualquier cosa con tal de recibir la tan ansiada caricia en su coño, caricia que le otorgaría la victoria. Como no había mucha gente, aproveché para situarnos en una esquina de la terraza. Allí, arropados por la discreción que nos proporcionaba el lugar, nos volvimos más atrevidos.

Yo sobaba su culito por debajo del vestido, mis dedos recorrían el borde de sus braguitas, llegando casi a tocar su coñito cuando pasaba por sus ingles. En ese momento la miraba, ambos éramos conscientes de que mis dedos se encontraban a escasos dos centímetros de su deseo. Yo me volvía loco por tocarlo con fuerza y robar así su más profundo gemido. Ella, entreabría sus piernas, exponiéndose, entregándose, tentándome con su mirada y susurrándome al oído:

- Méteme los dedos hasta dentro cabrón….

Mientras mi mirada traviesa le decía:

- Quiero tu coño ya!!!

Mis caricias se iban alejando y mi sonrisa traviesa iba creciendo…

Los dos estábamos poseídos por el deseo, casi abandonados a él. Ella, casi desbocada, me sobaba los pantalones buscando mi erección de manera desesperada.

La senté, desabroché mi pantalón y guiando su cara introduje mi polla en su boquita. Me volvió loco sentir la suavidad de sus labios, el calor de su lengua recorriéndola una y otra vez. Su mano acompañaba sus movimientos y yo me sentía casi fuera de mí.

- Mmmmmmm Quería recordar lo bien que lo haces…

Cuando se acercó gente hasta el punto de casi pillarnos, lo dejamos.

- No te imaginas como me has puesto… - me dijo.

- Me has vuelto completamente loco… - le dije antes de besarla casi con desesperación.

Cuando decidimos cambiar de lugar, al tomar el ascensor, aun excitado, y viendo que nos encontrábamos solos, la di la vuelta, casi empotrándola contra el espejo.

- Así que te has puesto cachonda chupándomela verdad?

- Si…. Solo quiero que me folles…..

Inmediatamente metí mi dedo en su boca, ella lo chupaba desenfrenada. Levante su vestido y retirando sus braguitas lo introduje en su culito.

No le estaba metiendo el dedo, la estaba follando con él.

- Ves? Ya te estoy follando….

- Siiiii, siiiii…..

- Así te gusta que te follen verdad!!!




Yo la hablaba al oído mientras mis embestidas eran cada vez más fuertes. Ella solo gemía y cada vez se arqueaba más ofreciéndose y provocando que le diera más fuerte hasta que el ascensor se detuvo y retiré mi mano dejando caer de nuevo su vestido.

Cuando salimos, estoy seguro que la gente que esperaba para subir pudo adivinar en nuestras caras que no habíamos bajado compartiendo una tranquila charla.

Fueron solo 7 pisos, pero aún, cuando recuerdo ese momento, me da la impresión de que fuera un polvo completo.

Decidimos darle una vuelta de tuerca a la noche y fuimos a tomar la siguiente copa a un Sex Shop donde las chicas hacen Striptease. Era de suponer que habría bastantes hombres con un exceso de líbido. Mi plan, aunque incierto, era esperar que al menos hubiera alguno lo suficientemente atrevido como para buscar alguna caricia bajo su falda al verla excitada conmigo. Como no había mucha clientela nos dejamos llevar, aunque yo continuaba respetando mi promesa, y ella provocándome para que la incumpliera. Nos besábamos, nos sobábamos provocando incluso la mirada cómplice y traviesa de alguna bailarina. Finalmente nos llamaron la atención. Los pocos clientes que había, nos miraban más a nosotros que a las chicas que se estaban desnudando en el escenario. Por fin nos dirigimos al hotel. Cuando entramos a la habitación, besándonos y acariciándonos con una locura desenfrenada, por fin me decidí a comprobar el estado de su excitación.

Mientras ella me regalaba el gemido más deseado, mi dedito comprobaba sus braguitas acariciando su coño y empapándose en su ardor.

Sus braguitas estaban completamente empapadas, pero yo quería llevar el juego más allá. - ¿Quieres que te folle?- Si, fóllame ya.- Creo que te haré sufrir 45 minutillos más.

Sus ojos me miraban con sorpresa mientras se frotaba contra mí, buscando hacerme renegar de mi nueva propuesta… Programé la alarma en mi móvil para que me avisara cuando venciera el tiempo indicado Mientras tanto jugamos, jugamos y jugamos. Cada uno tenía su estrategia, yo lamia su coñito saboreando por fin su placer, pero solo hasta que veía que estaba a punto de correrse, jugueteaba con su culito, me tomaba mi tiempo sentándome a observarla en la silla que había frente a la cama.... Ella, se volvía loca de excitación, cuando yo me alejaba y me sentaba, gateaba por la cama como una gatita meneando su culito, ofreciéndomelo y dedicándome sus miradas más provocadoras... Su cara era el reflejo de la lujuria, del deseo, la excitación personificada. Intuía que el tiempo llegaba a su fin, por lo que comencé a subir aún más la temperatura del juego. Tumbado encima de ella, acariciando su coñito con mi polla le preguntaba una y otra vez...

- ¿Quieres que te folle?, ¿quieres que te la meta?

Ella retorciéndose gemía una y otra vez.... - Si, si, si..... Por fin, y aunque no hubiera sonado la alarma la penetré...

- Siiiiiii, por fin me follas....

- No, esto no es follar, solo te estoy metiendo la polla...- le susurraba sin moverme....


Volvía a salirme, jugar con ella, y volvía a penetrarla sin realizar movimientos una vez que estaba dentro....

Cuando por fin sonó la alarma, yo me encontraba dentro de ella, agarré fuerte sus caderas y comencé a embestirle con fuerza una y otra vez. Nos volvimos locos, era demasiado tiempo contiendo una excitación desmedida, yo empujaba cada vez con más fuerza, estaba completamente fuera de mí, mientras ella, gemía y gritaba agarrando mi culo para hacer que le diera todavía más fuerte

- Esto es follar, esto sí que es follar... Es lo que querías verdad....

- Siiiiii, siiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.