domingo, 22 de enero de 2012

El arte de seducir. Capítulo VI. Puntos débiles y puntos fuertes.







Capítulo VI: Puntos débiles y puntos fuertes.

Sin duda, lo más recomendable es elegir los escenarios y los momentos en los que se producirán vuestros encuentros.

Con respecto al lugar, además de elegirlo conviene llegar el primero, máxime en el caso de los hombres para hacer honor al protocolo.

En cualquier caso, al haberlo elegido y haber llegado primero nos ofrece ese valioso tiempo para acomodarnos al lugar y dominar la situación, eligiendo la posición o rincón que más adecuados sean a nuestra estrategia.

Al igual que siempre detallo cuales son las situaciones que más fortalezas nos pueden ofrecer, realizando los correspondientes antagonismos, podremos descubrir que situaciones producen debilidades. Sobra decir que dominar la creación de debilidades en la persona a seducir nos ofrecerá grandes ventajas a la hora de preparar y ejecutar nuestros ataques.

Por eso, quien es capaz de dominar los ritmos, aumentará sus posibilidades de éxito.

Se capaz de crear movimiento cuando hay quietud, quietud cuando hay movimiento, hambre cuando se está saciado…

Sí, soy consciente de que mis palabras pueden volver a parecer demasiado místicas u orientales, pero estando ya en el capítulo VI, deberíamos ser capaces de encontrar sin problemas una aplicación práctica de ellas. En cualquier caso, unos ejemplos prácticos podrían ser:

En el momento en el que el ambiente comienza a apagarse sentados mientras tomáis una copa de madrugada, ser capaz de sacarla a bailar, cambiar de local, o romper el ritmo animando la conversación.

Cuando os encontráis bailando, ser capaz de acomodaros para tomar una copa y poder charlar.

Roba una sonrisa cuando el tema del que habláis sea serio o triste.

Vuelvo a insistir, son meros ejemplos y la habilidad se trata en cómo llevar la teoría a la práctica de la realidad.


Sé rápido, muévete veloz, no ofrezcas la oportunidad de tener tiempo de reacción, actúa cuando no lo espere, rompe sus esquemas.

Una respuesta rápida, un halago furtivo, una caricia atrevida… sea como sea, tanto la velocidad, la sorpresa, como imposibilidad de reacción han de ser medidas y cuidadas.

Si optas por alguna de estas situaciones has de tener prevista la acción que anulará su reacción, continuar con una pregunta sobre el tema del que estabais charlando, una pregunta original sobre cualquier tema en concreto, una respuesta que en su momento dejaste sin responder…

- Ah por cierto, finalmente he decidido contarte mi mayor fantasía.

- Ah por cierto, ¿al final te compraste el vestido que me dijiste?

- Ah por cierto, he reservado entradas para la película que me dijiste…

- Etc.



Para estar seguro del éxito de tus ataques, ataca aquellos aspectos que no se encuentran defendidos. De ahí la importancia de ser capaz de dirigir su atención.

Desaparece cuando debas desaparecer. La capacidad de saber estar presente cuando se ha de estar y de desaparecer cuando no se ha de desaparecer es una de las más difíciles y por desgracia una de las menos ejercidas.

La discreción es fundamental, y saber dejar tiempo, soltar la cuerda cuando es necesario y no pretender estar presente en todo momento es tan importante como la precisión en un ataque.

Por desgracia, es fácil observar como principiantes o inseguros, pretenden ganar terreno enviando mensajes a todas horas, llamando, o buscando ocupar la atención de la persona a la que desean seducir como si quisieran garantizarse que un posible oponente no tenga opción a ocupar su curiosidad.

Si dominas el arte de la seducción, deberías preocuparte solo por tus acciones y sus resultados, no por los de los demás.

Si deseamos que nuestro avance sea irresistible, este ha de ser donde no se hayan levantado barreras, y si estas existen, ya deberían estar casi derribadas.

Si puedo determinar y conocer sus disposiciones y las mías, sabré qué hacer, cómo actuar, dónde avanzar y dónde debo contenerme, seré capaz de dominar la situación, los ritmos y de predecir el resultado.

Si soy capaz de ocultar mis intenciones finales en mi avance, la persona a la que deseo seducir, se encontrará confusa, no sabrá si ha de prevenirse de mí, y si lo hace, no sabrá como derribaré sus defensas. Si se siente cómoda, ella misma las bajará y entrar resultará sencillo.

Es evidente que cuando queremos seducir a otra persona, ésta, lo sabrá o como poco lo intuirá. Si desde el primer momento, comenzamos a realizar acercamientos físicos, invadiendo su espacio más íntimo, podrá sentirse acosada o incomodada, pero si somos capaces de ir ganando ese espacio poco a poco, generando en ella comodidad, obtendremos la posibilidad de jugar en las distancias cortas, obteniendo por su parte una sonrisa en lugar de un: “no vayas tan rápido”.

Por todo esto digo, que aunque los resultados siempre son impredecibles, en nuestra mano se encuentra la posibilidad de crear las situaciones y circunstancias que hagan el éxito posible.

Por eso, si conoces las intenciones, los deseos, las inquietudes de la persona a la que deseas seducir, sabrás que estrategias usar.

Provócala, tiéntala y así podrás ir descubrir sus pautas de reacción.

Determina sus disposiciones, y así podrás conocer cual será el momento de la verdad.

Ponla a prueba, y así podrás conocer cuales son sus puntos débiles y cuales los fuertes.

Igual que el agua se adapta al terreno y amolda su fluir en función del suelo, igual que el agua no tiene forma fija, la seducción, nunca tiene circunstancias fijas.

Así pues, alguien capaz de modificar sus estrategias en función de las circunstancias puede decirse que es un experto en el arte de seducir.



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